Bienaventurados los incrédulos
porque para ellos es el mundo de los poetas.
Podrán llegar desde el Mictlán
o del quinto escenario de la divina de Dante,
pero sin ellos, este reino cordial
tan abstracto
que vuela en el microcosmos
no es nada.
Cada línea
es un beso transfigurado
transmutado y eternizado
para el único que ha de entender,
tarde o temprano,
el valor de estar vivo en ese planeta
tan distante a priori
y tan suyo desde siempre.
Y por cada vez que sea leído
las manos de nosotros
acarician, envuelven y aman
una parte de su corazón inmenso.
jueves, 8 de abril de 2010
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