Qué pena
no conservar la misma cara
la misma figura
la misma sonrisa.
Estos tiempos nos han dado cardos a todos
pero a mí me ha cortado
un pedacito de mi libertad
de mi época floral
de la sensualidad de mis años
de mis intentos por ser un torbellino benigno.
Qué pena
no ondear la bandera de la posibilidad
no poder acompañar mi apócope con el nombre Milagros
haber desposado la acedia cuando el cierzo
rozar las cuerdas del ring
y no caer
a pesar de la tentación.
Estos tiempos nos han dado cardos a todos
pero a mí me ha cortado
un pedacito de mi inocencia
de mi ahora negada maternidad
de la voluptuosidad de mis años
de mis intentos por cantarle mejor a todo.
Qué pena
no poder ser diosa de las buenas
atarte a un barco espacial
girarte entre galaxias
regalarte todos mis pocos tesoros,
estos residuos de luz.
miércoles, 21 de abril de 2010
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