viernes, 23 de abril de 2010

Preguntas solubles

Defiéndome contra este olor
a hueco y a vacío.
He cubierto los espejos de mi casa:
no me sirve mi rostro
si no te puede ver a ti.

Hay preguntas solubles
como el big bang en la escarcha del congelador
o una lamparita china entre los recuerdos
de la vieja rica que está por morirse.

Pero hay otras
que calan muy hondo
y son aquéllas que danzan alrededor de tu nombre.

Los por qués son ingratos
los para qués son imprecisos
los qués son inexistentes
los cómos son absolutos
los cuáles son tajantes
y los quiénes, mortales.

Dios me libre de esta enfermedad:
estoy muriéndome
en la realidad de mi mundo sin tu corazón.

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