Deshojo la flor,
abro la flor.
Flor de palmera
matrioska sin fin
de mi tierra ataviada de novia.
Palmar que me acecha
mientras me explica
por qué mi suerte ha sido así
en vez de la que proyecté alguna vez
en aquel cuaderno.
Al tiempo le gusta seducir
al hueso de mis hombros
deshojando momentos no válidos
-porque no fueron actualizados
con mi palabra de hierro-
frente a un absurdo televisor.
viernes, 2 de abril de 2010
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