miércoles, 10 de febrero de 2010

Tambor,

Tambor,
no te escondas de la madrugada;

vuélvete la paz de esta noche
en que preciso de tu retumbar y tu abrigo.

Haz que suceda el milagro
de que mi mundo ordinario
naturalmente gire
sin que yo piense mucho en él
por dedicar todas mis neuronas a ti.

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