sábado, 20 de febrero de 2010

La playa

Libre de toda culpa
encallo en la playa de las flores
que te pedí cuando nos soñamos
que cultivé para extraernos el sueño
de nuestras manos, de nuestras mentes,
del cansancio de besarlo todo,
de dar de brincos en la nada.
De nuestras solitarias almohadas llenas de desvelos de otros
de la sangre por las guerras,
del dolor sideral de sentirnos en el olvido.

Gracias por lo que sea,
pero le hace bien a mi corazón
saberte vivo en este lugar de egos
y filosofías amorfas.

Gracias por lo que quieras,
pero me haces bien
con tu simple estar y respirar
y no juzgarme ni poner a prueba
el valor de lo que te regalo
a cada minuto,
cada momento,
te escriba, te hable, te sueñe
o no.

Estás aquí
y yo te amo.

Libre de toda culpa...

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