Saturada luz en la lengua
hay una cuerda qué saltar
enmedio de dos cipreses.
El sabor de la amplitud roza mi garganta:
señal de la existencia de lo efímero dentro de lo eterno,
matrioska de colores que no se deja ver entre tanto blanco.
Quizá con el tiempo, sí.
Habría que construír una nave para saberlo.
Quizá por esta tarde, tal vez.
Hay más de un millón de partículas disfrutables en el aire
y todas me llevan a donde mismo.
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