Supinando la palma de la mano izquierda
la derecha le sigue como en un swing.
Todo lo demás es brecha:
si hablo o me ofendes, si callo o me ignoras,
al final de cuentas,
es amor lo que perdura,
por los motivos que sean,
de la manera como se vea,
enraizado, volatilizado, fraternizado a su manera,
pero amor al fin.
Los pies no bailan: vuelan;
es la hora de moverse hacia el punto más rojo y blanco
dar en el centro, olvidarse de la falaz estética
de este siglo maldito.
El tronco y la cabeza son un mismo árbol,
el de la vida,
si hay agua emanando de otro polo exterior.
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