Las dos espuelas del pecho hablan.
Los diez años en el baúl
-la vanidad es para los mortales, suelo decir-
vuelven aquel beso aún más tierno
y digno hijo de Eros...
Tentador no,
amante, pudiera ser.
Yo prefiero llamarle amoroso
y no en el sentido indiscreto de Sabines.
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