La cara contra uno mismo,
escondida así, diciendo la lengua en la garganta.
Un tic-tac baila sensualidad dispareja
mientras yo insisto en encontrar
la posibilidad de la regresión material
de mis mejores tiempos.
No me refiero a la infancia
ni a la primera adolescencia.
Hablo de esto, lo que escondo en las yemas,
de esto, lo que vivo neuronalmente
corazonalmente, por así decirlo.
La cara contra uno mismo.
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