Hay un tapete que sobrevuela
nuestras caras:
se llama galaxia
y tú y yo, que no nos conocemos
ni por nuestros nombres
ni por las paredes de nuestros malos hábitos
estamos al centro
y como esperando bailar los dedos
para hacerle los honores
antes de que nos los haga él
devorándonos en su bocanada de asteorides.
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