No es que le haya echado tierra a todo
es que ahora la vuelvo fértil
navego en ella.
Tu cara de niño bueno me salvó del suicidio nocturno
hay algo que toca claro, fuerte, espasmódico
el vitral en el que guardé la última vez
te amo
para poder conducir mi auto en tu azotea.
Felices los mudos, los iletrados,
porque de ellos es el reino del silencio.
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