Descubro en el minutero
la pierna grácil de la bailarina que no fui;
comprendo que un girasol
siempre llega directo a su destino
y mi nombre no es más mío
porque decidí ser
este caleidoscopio que gira
envuelve, grita y abrasa
para ser cielo abierto.
Para olvidarme de la búsqueda del complemento,
la geoda brilla en mi pecho
la sal es parte de mi centro
y el ónix será siempre parte de mi útero y mi placer.
Para dedicarme a disolver en mi tinta interna
-escribo para sonreír a grito a la inmanencia
neurosis no, rebeldía tal vez-;
y para siempre,
la codependencia del multiplicado y blando ser.
Doy gracias a todos los yang de mi existencia
el regalo de mi identidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario