Una hora de silencio
por la tonelada de sangre
tiñendo el páramo.
Una hora de silencio
por el regreso de la revolución frustrada
y sus setenta años.
Una hora de silencio
por la mediocridad a mansalva en el juego
-incluyendo al amor acartonado
y el futbol.
Por los niños que aprenden a sumar
limpiando vidrios.
Por el analfabetismo funcional
tomando tequila o sotol.
Una hora de silencio
por la escisión de la dualidad
y su estúpida lucha sin remedio.
Por las plazas cargadas de ancianos
(los olvidados y los lastimeros).
Por los obispos que lideran la lucha
con cantos de libertad en cardenal al vuelo.
Una hora de silencio por los desajustes orgánicos
y el mal genio y los cláxons a media calle
por la labor mediática del engaño
por el arte y su constante frustración posmodernista.
Una hora de silencio
para el imperio y sus naipes,
las aguas sucias de industria y bolsa de valores.
Una hora de silencio
una hora de silencio es una hora y ya.
domingo, 7 de abril de 2013
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