Baghavad Gita y otros salmos
invadiendo con su sándalo
al alma:
Hermano, tengo sed de mí
de platicarte un día cualquiera
la cantidad de vino con la que nací
y este reino no ha respetado.
Hermano, tengo ganas de creer en mí
en que soy capaz de tocar mi alma
al oír tu risa o tu llanto
de quebrar mi espada en tu cena de azúcar y pan
pintar la línea roja alrededor de los verdaderos culpables
y luego perdonarlos.
No hay justicia sin ley
es cierto.
Pero tampoco la hay existiéndola:
espejo y ficción no, alma
tradición dolida tampoco: amor.
Origen, capacidad de entender
el lugar inamovible de las estrellas.
Hermano, tengo ganas de recitar dentro de ti
que extraño las puntas del todo
pero más la canción de su equilibrio.
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