El canto adolescente
abre las puertas
de la casa donde vive el deseo,
se nutre de la saliva y de sus besos,
y nunca muere
ni cierra sus ventanas
pues el amor es singular y circular
en esa etapa de la vida
(que puede durarnos uno o quince mil días,
o dos noches,
como fue nuestro caso particular).
Plúmbagos son los muros
donde se trazan las siluetas
de los amantes en flor.
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