me queda el destino.
Ese caballero que se rindió a tus pies
amado amante amigo,
el día que lo tocaste con la furia dulce de tus trompetas
y el excelso sabor de la libertad convertido en vino.
Este día yo viviré
para siempre
para mí
para lo que quise ser y tal vez no seré.
No me arrepiento
de haber amado cuanto paraje extraño
con mi miopía a cuestas pude ver.
Tampoco me arrepiento de la soledad
que me arrojó a este nuevo espacio,
porque supe entender
que para amante solamente estabas tú,
y a ti me entrego,
antes de mudar esta piel.
Para Arte
1 comentario:
Bellísimo. No se puede agregar más (no quiero que Velvetine me reproche). Besos.
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