Leo cada noche
mil versos escritos por ochocientas manos diestras
y doscientas siniestras.
No te puedo copiar, poesía,
no alcanzo.
No alcanza mi puño a volverse papel carbón,
me aturde tu voz todo el día.
Sí, tu voz, es tu voz la que no atrapo,
fémina misteriosa
que me consume el tiempo.
sábado, 15 de octubre de 2011
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