Entrego mi prolongada noche amarga
al Señor,
aún si dejan de cantarme himnos de ira
las piedras.
Si las piedras se van
habré entendido ya
que soy de viento ave
y la luz se habrá instalado aquí
para nunca más dejar
la polisemia de mi alma
ni la polifonía de mi corazón.
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