Sábado, ya me hiciste llorar.
La perra blanca de mi noche
llorando afuera está por el diente moreno
clavado por su morena hermana.
Lluvia prohibida. Música lejana.
He pasado por la fiesta negra
de los muertos ayer por las balas disfrazadas.
Son cuetes, dijeron.
Yo comprendo que hasta aquí la esperanza.
Sábado, alcánzame
lo que la voz a veces no me alcanza.
Un puñado de arena o asfalto
tú húndelos igual
en amor y sin ultranza.
Que no vuelvan más las esquirlas
ni el oro de Babel
ni la temeraria ánima en fuego cruzada.
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