Es a esta hora que no me tocas
pero tu agua
tu agua dulce que mana
de las palabras "veo,
despierto, inauguro la mañana.
Y fundo el pueblo de estrellas
y hurto satélites monocordiales debidamente colocados
en las axilas de los astroreyes de otros universos".
Es a esta hora que no me susurras
pero tu viento,
tu viento de carne de marfil sonriendo
en las cuatro esquinas del verano.
Es a esta hora que tu átomo sin el mío
pero nuestro universo
este universo necio para los todos,
esos enanitos incoloros que no entienden la policromía
a distancia.
Es a esta hora que tu deseo sin mi saliva
y la viceversa y todo lo que no resulte a priori
sino la noche larga para pensar que llegará el día,
donde las flores azules se acomoden levemente,
etéreas,
en los recovecos de tu alma.
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