Los caminos al éxtasis nos han servido los dioses.
Son vastos, sinuosos como los tesoros ocultos en tu boca,
infinitos como las horas en que espero la hora
imposibles si no tuviera la fuerza de tu pluma
para por ti inmolarme.
El vacío de la noche yace aquí.
Exijo a los dioses una tregua a este amargo sacrificio.
¿Adónde la duda, adónde tu ausencia,
adónde el peso de tu cuerpo que platica con mi alma?
Sirva pues la pena de no perderme en tu mar
la bonanza futura de embriagarme
con las letras de tu nombre.
martes, 30 de agosto de 2011
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