Ahora, justo cuando la brasa reina
entre los muslos de la tarde
humedece la sala,
con un pezón erecto
y el otro seno liso
me doy cuenta
del olor a aquello que me falta
-tu diente de ajo y miel en la cocina, tu ojo de vidrio azul concentrado en mi recámara
tu lluvia humana en este jardín-,
la mitad que dejo cuando camino
tu peso vespertino haciendo sobre mí
magia.
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1 comentario:
Vaya mitades... placer volver a poder pasar por aquí. Besos.
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