Nútreme con el fuego azul de tu astro, niño,
y muéstrame el camino
para sonreír sin perder el trazo del silencio,
para ver el rubí diluyéndose en el hueco de tus pensamientos,
para ser única a pesar de nunca haber vivido en abril.
Para no molestar en apariencia ni en verdad absoluta,
para dormir con los ojos abiertos y soñar sobre tu cuerpo destellando
los mares infinitos que he de surcar por ti
alguna noche tibia.
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