domingo, 28 de agosto de 2011

Alabanza

Ser la mano que sostenga, frágil y perfumada,
tu noble corazón.
Sostenerte con Aquello que me mantiene viva.
Despojarme de mis artificios,
entregarte la única joya que poseo en el mundo,
callada, apasionada,
la que vibra en la mirra de los años
que sufrí hasta dar con tus ojos.

Ser la boca que venere tu nombre,
Maestro, Rey eterno que hasta mi campo de flores silvesres
ha llegado.
Y no preguntar más entelequias al mundo
porque tu beso me abre el Camino.

Regalarte de un sólo expirar
mi verdadero espíritu,
el canto de miel cuyas notas erigen mi vida.

Alta es la gracia de haber vivido lo que viví
para decir tu esencia en mil lenguas.
Contigo toman sentido
las rutas de mi carne solitaria:
Alto es el gozo de mi alma.




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