niña,
mujer crucificada,
silenciada,
forzada,
olvidada,
atormentada,
desplazada,
a plazos comerciales mutilada.
Siente esto mil veces, reina de los mares y los tiempos,
siente esto en el agua que brota de tu fuente individual:
el dolor ha desaparecido.
Se ha ido.
Los cardos huyeron por otros caminos,
son lenguas de azúcar y flores
aquello que tu silueta perfuman.
Levántate y exige otro espejo:
la ilusión de la destrucción es tela ya quemada.
Envuélvete en la pureza de tu nombre:
la purificación existe en ti y en tu sexo.
Y porque eres grande,
canta.
Y porque eres polícroma,
brilla.
Y porque eres melodía,
abraza a otros con tu luz.
Los días de la otra guerra se han ido.
Eco y sonido,
latido y amor.
Sean esas las trincheras.
Sea ese el poder del rosa relámpago.
Sea la vida traducida en una sola mano
perteneciente a la diosa tierra.
Pon nuestra mano en el pozo de miel brotando de nuestro pecho,
niña,
mujer, semilla que ama y alabanza.
Elegida y duplicada en cada rincón de las grandezas
te veo silenciar el negro
en las figuras y la música del agua.
Reconozco tu sonido en la punta de mi flama
y tus pasos son los míos
a la hora de llegar a Casa.
Para las mujeres que siguen la luz.
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