Cualquiera otro sábado, no muy lejano
(de pronto puedo convertirme en una mujer de 80 años).
Avísame cuando los tomates inunden
tu ventrículo izquierdo
y puedas bailar hasta cansarte la memoria
y logres hacerte amigo del olvido.
Cualquiera otro sábado, te digo,
esperaré con mis tacones de quince centímetros
para girar en torno a tu frente,
un ritmo cualquiera.
Lo que me purifica es la razón
de mirarme alabando la tierra
el sábado que fuera.
Uno de tantos en que regresa a mí
el corazón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario