Yo soy el oído de la gran mujer del mundo.
Cuelo la maldad de los verbos
para entender las canciones
de las naciones todas.
Escucho sus notas:
yo quiero hallar entre tantas palabras
la palabra exacta para rehacer al mundo.
Yo habré de escuchar la letanía sacra
de los tenores sempiternos de la vida.
Entenderé la mar como un núcleo que adormece al fuego
y al fuego como el amante que espera
por el viento convertido en águila.
Sembraré semillas en los ojos de los recién nacidos
talaré la maleza de las manos ajadas.
Hablaré de mi costilla donada
solamente para que vuelva a existir
la parte media del universo.
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1 comentario:
Si es así, la seguiré devotamente. Besos.
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