anúdate en mi vientre
quémame por dentro.
Atácame sonríeme embísteme
envenéname de tu luz
entibia mis huesos con tu caudal.
A la luz de la tarde te he visto
dorada y rojiza
como los dientes del dragón que cada tres soles eres.
Sobre tu cuerpo examiné al tiempo
y era bendito porque tú lo perfumabas.
Aullaba la luna del primer día de mi vida
y yo te ofrecí mi ola.
Serpiente, en tu reflejo se mueven
las palabras todas.
Anídate en mí, vuélveme el origen.
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