Vente,Venecia,
venís de siempre
con tu llave puerta
y las volutas de oro
en tus faldas de agua turbia.
Estoy en la esquina del viento
y no espero mirarte
sino entrar en tus ojos
cuando haya amado
los ojos profundos de mi amado.
Ven, corazón acuoso,
que hoy de trenes y fábricas
mi tiara está repleta.
Quiero abrirme como lo haces tú
cuando llega la tardía primavera,
quiero iluminarme para envolverlo a él
que es a veces
mitad niño y mitad capricho.
Vente, Venecia,
sin nosotros eres nada,
nunca un fuego de dos bocas en una,
nunca este grito de bruja y fiera
cada vez que sus labios me braman.
Venus de siempre
aniquila el tiempo.
Ven y te muestro
los mapas de mi corazón
para dar cada noche
con mi hombre.
lunes, 1 de septiembre de 2014
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