Y después de reproche
siempre tu leche tibia
siempre, siempre
nuestra puerta de amor
tan abierta.
Y después de la incredulidad
siempre nuestros brazos unidos
el mismo sol,
la misma luna,
las mismas gotas
disfrazadas de otras
al llover,
el mismo amor
el mismo dios
los mismos pantalones
esperando por uno y otro
a partir del amanecer
y hasta que tu cuerpo
mi cuerpo habite.
viernes, 12 de septiembre de 2014
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