Los niños que juegan
a ser dios
bajo el sauce
o en el matorral
que ya murió
porque los parques
son ascépticos
y no duelen.
Los hombres que de pronto
llevan cuatro patas
y se arrastran, mendigos
de la insuficiencia del aire.
Hay demasiado aire acá.
No se necesita mover el cuerpo
en dirección a la horca.
Las madres que juegan
a ser felices
y toman selfies de arroz con leche
y mojan sus nalgas
en la lavadora
en lo que llega el amor
otra vez
si alguna vez vino.
La música que juega a ser rock
rompiendo las olas
de esta paz
tanto silencio que hay
una catarina durmiendo
a la espera de marzo.
Septiembre,
siempre deberías quedarte.
O tal vez no,
porque entonces, qué pasaría
con las siguientes lunas.
jueves, 18 de septiembre de 2014
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