Ya no se desliza
el aire ríspido
por las ventanas del mismo aire.
Sus mercados mínimos
de oxígeno y frutas
travesías que olvidaban
el nombre de sí
a punta de tanto viento.
Ya no más septiembres
como signos empobrecidos
o niños cojos
que no terminan de danzar
la rueda.
Estás aquí
olvido las penas
la gente se me acumula
y no lloro
la vida se me unta en las manos
y yo con antojo de tu piel.
Miercolece, es diez
y yo con antojo de tu corazón
que es lo mismo a decir
que tengo antojo de nubes.
miércoles, 10 de septiembre de 2014
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