como un recuento de días
desde que se engendra la palabra
hasta que exhala su verbo
la gente.
Y nos sentimos cansados
y honestamente felices
porque nunca hubo agonía
ni desesperanza
sólo un ir y venir
bajar y andar
subir y debrayar
siempre juntos,
aves de paraíso hablado
que callan a las diez.
Pues hay amor para conjugarlo
hasta el fin de los minutos.
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