jueves, 25 de septiembre de 2014

Cierra los ojos,
Mundo,
y dime cómo huele
el color oro
que sobre tus pies
se anida,

viaje,

casa nueva,
casa de Luz comiendo
de tu palma ígnea,
tus trazos.

Ábrelos y dime
la adolescencia dorada
ante el asombro.

Ama mis ojos, Señor,
porque yo te he visto morir
y en este instante
le doy un mismo nombre
a tu renovada alma.

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