Niño mío, hay días
en que soy más flor que mujer.
Cómo me gustaría
que me tomaras con tus dedos
que me prometieras
la ternura seca de tus ojos.
En un siempre, para siempre.
Ámame, perdóname,
tómame, mas nunca me abandones.
Sólo sé mirar hacia ti
con el amor más grande
que mis ojos han tenido.
Sólo sé cantar para ti
con la voz más dulce
que mi alma ha engendrado.
Los relojes son malditos,
ven a mi casa pronto.
lunes, 22 de septiembre de 2014
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