Abro la alacena
bajan
los jabones
polvitos de otras lavadas
emergentes soles azules
y tu mirada.
Me da por confundirte
entre las sopas de letras
del hijo que no tuve.
1895
tal vez ahí fui tu madre
y te soplaba
pajaritos a la hora
de la cena.
1723
tal vez ahí fuiste mi hijo
bajo la leyenda
de la boca estrellada.
Y Visnú nos arropaba.
A veces
te quiero más tierno
que hombre
más niño
que demonio emancipado.
No sé
si es porque llevo el recuerdo
de cuanto quise ser
y no fui
o porque me sobra el amor
de la luna
para cubrir al mundo.
Pero es que abrí la alacena
y me pareció
que tenía atrapadas
las ganas de abrazarte mucho
en la garganta de mi primavera.
lunes, 15 de septiembre de 2014
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