Porque recoges mi rostro
con tus manos de madera perfumada
cuencas para mis pómulos
reposando tras el invierno salvaje,
porque te encuentro
a la mitad del mundo
retrasando los pasos de dios
para volverme diosa.
Porque emites un silencio
como de muchacho esperando
ser el hijo distinguido de la luna
sentado en la banqueta,
porque meas a mitad de la calle
y le haces competencia
a poetas experimentales chilenos.
Porque nunca me dirás como yo
cien veces al día
lo mucho que me amas
y por eso creo que te gano.
Porque nunca me habían amado tanto
como para hacerme el amor
bajo la lluvia de una postal en sepia.
Por eso es que te amo,
y de pronto me vuelvo Darío,
el otrora detestable de mis ojos
...pero es que no conocía la primavera.
sábado, 20 de septiembre de 2014
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