lunes, 1 de septiembre de 2014

Porque entre los carmines
mi rojo es rey
y mis labios no necesitan hablar
para que el mundo gire
o se detenga
si yo por casualidad voluntaria
llego con el alma desnuda.

Estos son los treinta para los otros.

Por eso escribo la tierra y sus estrellas,
por eso me fijo en la danza del compás
como esperando la irrupción del fuego bueno
sobre las calles y sus almas.

Por eso le tengo fe a septiembre
tan marrón que no precisa rojos
porque aquí vale más transitar
que dedicarse a impedir el olvido.

Por eso te elegí a ti,
señor del magma dulce,
porque eres el único
que me abrazaría, amante
viendo el rojo desde mi pecho
y no de mi guerra ni mis labios.

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