Traigo atorado un beso
tras de los ojos y hasta la garganta
ando atrapando besos tuyos
de otras mañanas
ando hilvanando humedades
para no echar de menos
tus labios.
Pero aún así me paro
y sobre la hora azul
mi elemento pongo.
Sé que lloraré al fin
tan pronto acabe
este lugar de barro salado.
Y mi horno serás tú
aunque estés lejos.
Traigo atorado el squerzzo
y los movimientos pendulares
de tu oda cuando ríes
y me tomas en un jadeo,
una suerte de cámara de luz
mordiendo su fuente
para evitar que estalle.
Traigo entre el corazón y mi edad
una niña con sus manos
repletas de nubes y flores
para que la mires y ames siempre.
Ando mezclando cuerpos tuyos
en cada noche de fuego y semen
que me has dado
para no sufrirte la insistencia
para a mi impaciencia de fuego loco
darle tu leche.
Traigo el alma a inmediación
de todas las horas del aire.
Te amo, corazón
y por eso es que te hago mi canto
en la piel del viento,
tu padre.
viernes, 29 de agosto de 2014
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