De pan y jamón
así era tu corazón bendito
a las nueve en el California.
Llegaste tarde
a la repartición de las palabras dulces.
Y con tu puntualidad romántica
sirves mi llama
con la tersura de un niño grande
que hace sándwiches a las siete
su hermano dormido
su columna cansada
sus papeles llenos de pendientes.
Sándwiches para que su mujer coma
y más tarde llore de alegría
(aunque nunca te lo diga).
La poesía es un sándwich
cuando llegas y me recibes.
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