La bondad de las luces
emanando de tu cuerpo,
rostro de corazón de nuez
eligiendo las mejores flores
para que repose mi cuerpo.
Tu fuerza exacta
en cada diente y uña
un arco camino al cielo
en mi dermis instala
llegaste, templo de oro
con la noche blanca
llegaste, dorado credo
con la pura mañana.
Ya el brío del fuego
en cada ojo se repite
por nuestros labios.
La casa se perfuma en su suelo,
su puerta abierta
abraza los anhelos.
Veinte aves blancas
en tornasolado vuelo
por el amarillo cielo
que pegado a la flor multiplicada
está
como la realidad de tus besos.
miércoles, 27 de agosto de 2014
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