a veces así llegas a mí
y la luna que todo lo mueve
mi sangre ventral
tu semen abriendo mis vértebras
una escalera roja
para amar o arañar
para gritar convencidos
de que no hay otra oportunidad
salvo la vida
para ser saliva y sudor.
A veces ardes tanto
que te preferiría a ratos
suave como hijo de higuera
y ciprés.
Llenando de brisa mi melancolía
porque sabes que de ahí provengo
y es a la paz de tu cuerpo
adonde puse yo mi casa.
Pero te siento y te creo y te quiero
asido a mí como un volcán
sin noción de la frontera
ese hilo azul que divide la tierra del cielo
para seguir haciéndolos uno mismo.
Abro entonces mi herida de luna nueva
y te doy lo inasible para tu país de hombre
y de héroe y de hijo.
Me fundo contigo
y fundo contigo las estrellas.
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