domingo, 24 de agosto de 2014

En la hora azul
Buda bendice a los seres alados
con otros nombres.

Los llama eternos
o acidulados frutos volátiles.

Nunca pájaros
nunca libélulas
nunca luciérnagas
nunca aves.

Sobre su manto giran
los fonemas de dios
y son serenos.

En la hora azul
el rostro de tu hijo viene a mí
para que lo acaricie
como si fuera su nacimiento.

Todos los días en el templo
es navidad,
dice Buda.

Por eso las viandas en forma de estrellas.

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