Esperemos la llegada de Andrómeda
bajo las campanas de aire
su cristalino anclaje de canción
para nosotros, los niños
que amamos la sopa y las cactáceas.
Esperemos a la catarina de pétalo dulce
a la luciérnaga de sable de cactus
para tallar de rojo y de espada
la incongruencia del suelo inventado
sin siquiera conocer de nuestro secreto país.
Esperemos el nacimiento de Andrómeda
con el té de adorar de mi treintena
y dos o tres rayitos de sol
a modo de mermelada.
Tú serías el brazo para comerla
yo sería el azúcar para tu agua hervida.
Toc, toc
o plin o bom
o tal vez la octava sin escribir
del músico divino tras los cardos.
Ella es Andrómeda y es la conciencia
de que la vida llegó
y luego dices que nos engalana
para que yo te mire con amor de niña
sabiendo que eres mi universo.
jueves, 28 de agosto de 2014
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