No tengo más lengua, más manos, más cabeza ni locura.
Hoy camino hacia ti buscando el cielo a mitad de la inmisericordia
La mía que te hizo cantar salmos para reconocer mi credo
O te hizo llorar la elegía a mitad de la dulzura.
Y es que a pesar de mis armas mi amor por ti las destruía.
Afuera lloverá y qué bueno.
Voy a empujar mi negro fuego
Voy a regalar las cenizas de mí
a las aguas que corren descalzas.
Venceré y nunca la soberanía del horror.
Sin manos, sin lengua negras.
Venceré el corazón ahíto de amor.
Y el corazón no habla: expuesto se entrega.
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