Nueve anillos
tu carne
tu estambre
mi pistilo.
Delirio
fuego seco
ámbar quemado
de ti
de semen y aire.
Demasiado
como para no volar
contigo
por estos nueve anillos
su cielo
su infierno
el malagradecido llanto
del mundo
porque de tanto amor nuestro
sus ojos le duelen.
Nueve meses
bajo la tierra
liberando todas las olas del mar
que a Fuensanta
se le quedaron por morir.
Nunca mueras de mí
yo he de morirme contigo
Y viajaré por el eterno nueve
su mejilla de ángel
su rodilla de cielo
por el nueve que te toma
y me mueve
hasta olvidar
que yo poseía un lamento.
martes, 9 de septiembre de 2014
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