viernes, 31 de julio de 2009

Bendición silente

Las ondas árticas
siempre suenan
a marchas nupciales
en movimiento a lo inerte.

Hoy me llueves planetas
asteroides y lluvias de estrellas
de tanto hablarte
de tanto no verte.

Y esta noche decido fugarme
hacia la nada sideral.

Donde el cero es mentira
pero me rebautiza
en bendición silente:

No más segunderos de oro.
Obligo a los páramos
a partir de esta noche
a ser campos estrellados
y llenos flores que la luz me siembren.

Otra vez.

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