Las ondas árticas
siempre suenan
a marchas nupciales
en movimiento a lo inerte.
Hoy me llueves planetas
asteroides y lluvias de estrellas
de tanto hablarte
de tanto no verte.
Y esta noche decido fugarme
hacia la nada sideral.
Donde el cero es mentira
pero me rebautiza
en bendición silente:
No más segunderos de oro.
Obligo a los páramos
a partir de esta noche
a ser campos estrellados
y llenos flores que la luz me siembren.
Otra vez.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario