A pesar de tantos años
me sigue amaneciendo
del mismo color de tus ojos
(miel penetrante,
naranja profundo)
como aquel martes a las ocho y tantos
de la más hermosa mañana.
Aún te abrazo con la memoria
te estiro este amor con mis huesos
te entrego la paz de este cuerpo-desierto...
Pues aún mantengo
la llama encendida
de volver un día
a abrazar la vida
como lo era en el Génesis de ese pasillo a capo abierto
como la flor de los campos más sonoros y dulces
que me regaló a mi galaxia tu venida.
Llámalo fortuna o cursilería:
a mí me suena a un sinsentido grandioso
denominado amor.
martes, 14 de julio de 2009
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