Me llueven sobrevivientes
de un color azul grisáceo
como el traje ochentero de papá,
como las sombras de los párpados de mamá
cuando fingía que dormía
y en realidad lloraba.
Me llueven estas nubes
igualitas todas
a la mañana perfecta
del mismo color azul grisáceo
en el que sonreímos
cuando estaba prohibido
en ese cuadrante de asfalto sin luz.
Abro la ventana:
ventralmente entiendo
que no se parecen en nada
esos hologramas con los míos
pero nací un día en el que la muerte y la vida
hacen un solo hilo
y me dedico a unir tiempos.
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